lunes, 19 de diciembre de 2011

FELIZMENTE CALI


Una crónica de la visita de Angela Davis al corregimiento de La Toma –municipio de Suárez, Cauca–, invitada por el Proceso de Comunidades Negras (PCN); una reseña del libro Fotografía y sociedad de Edward Goyeneche Gómez (Editorial La Carreta, Medellín, 2009); un cuento de Tim Keppel –amor, decadencia, ballenas jorobadas, serpientes–; un texto sobre La guerra que no hemos visto y Réquiem NN, iniciativas artísticas de Juan Manuel Echavarría que buscan “desestabilizar la construcción del silencio y la retórica del olvido que forma parte de nuestro actual tejido cultura”, escribe Natalia López Cerquera. También una guía gastronómica alternativa de Cali, sabrosa y económica, y fotos y textos sobre San Cipriano, una pequeña población cercana y lejana de la ciudad; el testimonio de la destrucción de los sitios y los inmuebles tradicionales de Cali y un fragmento de la novela de Hoover Delgado El libro borrado. Año de la afrodescendencia y una entrevista para hablar del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. Y más hasta 140 páginas.
Ni el tamaño ni el diseño son los habituales, tampoco la mezcla de rigor académico y pasión. Hay humor y desenfado, también indignación. Hecha y centrada en Cali, Papel de colgadura, vademécum gráfico y cultural, dirigida por Inge Helena Valencia Peña y Margarita Cuellar Bayona, es una publicación de la Universidad Icesi que no reniega de su origen. Circulan ahora los números 5 y 6 en un solo volumen, pero los anteriores se pueden disfrutar en www.papeldecolgadura.org


viernes, 25 de noviembre de 2011

LAS MUJERES DE TRIUNFO

Triunfo Arciniegas es bien conocido por los lectores, sobre todo por los más jóvenes, pero pocas personas saben que también es un muy buen fotógrafo. Generosamente me ha cedido estas siete fotos de mujeres. Cada una tiene su título, pero prefiero que cada quien imagine uno.




















jueves, 29 de septiembre de 2011

ESCRIBIENTE/ESCRITOR - André Gorz

"Sabías que todo el que quiere ser escritor necesita de poder aislarse y tomar notas a cualquier hora del día o de la noche; que su trabajo con el lenguaje prosigue mucho después de que haya dejado la pluma, y puede tomar posesión de él por completo de improviso, justo a mitad de una comida o en medio de una conversación. Si tan sólo pudiera saber lo que pasa en tu cabeza, decías a veces ante mis largos silencios pensativos. Pero lo sabías por haberlo vivido tú misma: un flujo de palabras que buscan su ordenamiento más cristalino; fragmentos de frases permanentemente retocadas; albores de ideas que amenazan con desvanecerse si una fórmula o un símbolo no consigue fijarlas en la memoria. Amar a un escritor implica amar lo que escribe, decías. Por tanto, ¡escribe!
(...)
La primera meta del escritor no es lo que escribe. Su necesidad principal es escribir. Escribir, o sea, ausentarse del mundo y de sí mismo para, eventualmente, convertirlos en materia de elaboración literaria. Sólo secundariamente se plantea la cuestión de tema tratado. El tema es la condición necesaria, necesariamente contingente de la producción de escritos. Cualquier tema es bueno si permite escribir. Durante seis años, hasta 1946, escribí un diario. Escribía para conjurar la angustia. Cualquier cosa. Era un escribiente. El escribiente se convierte en escritor cuando su necesidad de escribir se apoya en un tema que permite y exige que esta necesidad se organice como proyecto".


André Gorz (Gérald Horst, Viena 1923-Vosnon 2007). Carta a D. Historia de amor. Traducción de  Jordí Terré. Ediciones Paidós.

lunes, 19 de septiembre de 2011

DONDE SOFIA VERGARA SE DESNUDA

Por segundo año consecutivo, la actriz colombiana Sofía Vergara recibió una nominación para los premios Emmy, y de nuevo perdió. Como es habitual, impactó en la ceremonia con un vestido que resaltaba su figura. Para una o dos generaciones de colombianos, su nombre está ligado a la propaganda de una bebida de cola, y su desfile por la alfombra roja no supera sus primeros pasos en nuestra pantalla chica, cuando apenas contaba con diecisiete años, dando salticos para evitar que las plantas de sus pies se quemaran. Los caprichosos mecanismos de la fama la convirtieron en una celebridad a partir de esta pieza publicitaria, que, a pesar del tiempo transcurrido, conserva todo su encanto:

sábado, 20 de agosto de 2011

H.P. LOVECRAFT NACIÓ UN 20 DE AGOSTO


ABC de LOVECRAFT 


                                                                                                                                 

Introducción:

Escritor tan extraño como su misma obra, Howard Phillips Lovecraft (20/08/1890-15/03/1937) es el mayor artífice del horror preternatural con influencia innegable sobre la literatura fantástica posterior y la ficción científica. Creador, a pesar de su temprano ateísmo, de un culto imaginario tan verosímil que origina devoción, sus relatos -apoteosis de lo subterráneo-, son el eco de una pesadilla que vive más allá de la conciencia humana.


Juventud e infancia:
Lovecraft no pudo abandonar el ámbito de la familia materna, rodeado de gentes puritanas con un estilo de vida procedente del pasado. Su madre lo convirtió en una figura infantil andrógina necesitada de protección. También lo convenció de su extrema fealdad por lo que siempre prefirió la noche al día y huía del contacto con los demás. No terminó la educación básica por su enfermiza naturaleza, lo que impidió que concretara su afición a la química y a la astronomía con una formación universitaria.



Kadath:
Ciudad refugio de muchos de los dioses primordiales desterrados. Coronada por el ominoso Castillo de Ónice Negro, preside el Desierto de Hielo en la zona donde el mundo real es penetrado por los sueños.

Lord Dunsany:
Edward John Moreton Drax Plunket (1878-1957), "Inigualable en el embrujo de la prosa cristalina y musical, único en la creación de un mundo espléndido y lánguido, y dotado de una visión exótica e iridiscente (…) se ha consagrado a un extraño mundo de fantástica belleza, empeñado en una guerra eterna contra la terquedad y fealdad de las realidades diurnas." HPL


Machen, Arthur:
Vivió de 1863 a 1947: "Entre los creadores actuales del miedo cósmico que han alcanzado el más alto nivel artístico son pocos los que pueden compararse con el polifacético Arthur Machen, autor de una docena de relatos, largos y breves, en los que los elementos de horror oculto y espanto soterrado llegan a adquirir una sustancia y una agudeza realista casi incomparable." HPL


Necronomicón:
Libro canónigo de los mitos del Cthulhu, escrito por el árabe loco Abdul Alhzared, fue traducido del griego por Olaus Wormius. También existe una versión castellana antigua (León, 1300?), hallada por F. Torres Oliver en el archivo histórico de Simancas. En sus páginas está la historia de los terribles dioses primordiales y las claves secretas que permitirán su liberación de los sellos arquetípicos. Recientemente fue sustraído de la biblioteca de la Universidad de Miskatonic.


Oficio:
Lovecraft vivió, más mal que bien, de la escritura. Obtuvo moderados beneficios de sus cuentos y de la corrección de textos para otros, actividades en las que invertía muchísimo tiempo: “"Escribo lentamente, corrigiendo tanto que mis borradores no son legibles para nadie distinto a mí, y nunca vacilo al cambiar la parte más antigua de mi trabajo cuando desarrollos posteriores requieren de antecedentes distintos (…) Nada me deja más exhausto ni me exaspera más que una sesión de trabajo en la máquina de escribir". Reacio a cobrar pues su ideal caballeresco remitía al uso de las rentas heredadas y no al trabajo remunerado, su situación económica fue cada vez más precaria.


Poe, Edgar Allan:
"...los cultivadores del relato preternatural habían trabajado generalmente a oscuras, sin comprender la base psicológica del atractivo del horror, y obstaculizados por una mayor o menor adecuación a convencionalismos literarios vacíos tales como el final feliz, la virtud recompensada... Poe percibía la impersonalidad esencial del artista verdadero, y sabía que la función de la ficción creadora, consiste meramente en expresar e interpretar los sucesos y los sentimientos tal como son, sin tener en cuenta hacia dónde tienden o qué demuestran (…) inclinado por temperamento a lo extraño y lo melancólico, decidió hacerse intérprete de esos poderosos sentimientos y sucesos a los que suele acompañar más el dolor que el placer, la decadencia más que el esplendor, el terror más que la serenidad.. Los espectros de Poe adquieren de este modo una malignidad convincente que no posee ninguno de sus predecesores e instauran un nuevo modelo de realismo en los anales de la literatura de horror." HPL


 Quinientos noventa y ocho de Angel Street:
Después de una cómoda infancia en la casa ancestral, el desmedro económico siguió a la muerte del abuelo materno, y madre e hijo se mudaron a esta casa donde Lovecraft pasó la mayor parte de la vida, escribió casi toda su obra, e inició la voluminosa correspondencia fruto de su dedicación al periodismo aficionado. También fue el techo que lo acogió después del fracaso matrimonial.


Rhode Island:
El más pequeño de los estados de la unión americana y uno de los primitivos trece. Lovecraft siempre vivió o añoró a su capital: "Soy Providence y Providence soy yo (…) su tierra y su aire están en mi sangre y en mis células". Rico en vestigios del pasado colonial.


Siglo XVIII:
Lovecraft escribió imitando a sus literatos y adoptó la ortografía de entonces, así como algunas particularidades de la vestimenta. Rechazó siempre la independencia norteamericana y despedía sus cartas con formulas de cortesía en las que se declaraba súbdito inglés.


Textos sagrados:
Además del Necronomicón, otros libros hablan de los dioses primordiales: el Libro de Eibon, el Texto de R'lyeh, los Fragmentos de Celaeno,Cultes des Goules del conde d'Erlette, De Vermis Mysteris de Ludvig Prinn, las Arcillas de EltdownPeople of the Monolith de Justin Geoffrey, los Manuscritos Pnakóticos, Unaussprechlichen Kulten de Von Junszt.

United Amateur Press Asocciation: 
Desde muy joven, Lovecraft editó periódicos caseros sobre astronomía. Así nació su interés por el periodismo aficionado en el que además halló a los amigos de la madurez. Ocupó varios cargos en la organización, incluso el de presidente, y muchos de sus relatos aparecieron en publicaciones de este tipo antes de ir a Weird Tales, la revista profesional que más lo publicó en vida.

Viajes:
Después de la muerte de su madre en 1921, Lovecraft se aficionó a viajar y abandonaba el nido, ahora al cuidado de sus tías, para visitas periódicas a los amigos. En el lapso de su corto matrimonio vivió en New York y formó el denominado Kalem Club, una agrupación de aficionados a la literatura fantástica a los que veía con frecuencia. También viajó al Medio Oeste y a La Florida, pero nunca cumplió el sueño de visitar el Viejo Mundo, en especial Inglaterra, por falta de recursos económicos.


Wendigo:
Maligno habitante de los bosques primitivos creado por Algernoon Blackwood (1869-1951): "…algo aterrador que había logrado sobrevivir a la evolución de la humanidad, pero que aún se mostraba como una forma de vida monstruosa e inmadura... las potencias formidables y salvajes que acechan en las almas de los hombres. Potencias que tal vez no sean perversas en sí mismas, aunque sí instintivamente hostiles a la humanidad tal como ahora la concebimos". En él se origina el dios Itaqua, el que camina en el viento, desterrado a los helados desiertos antárticos.


Xenofobia:
Lovecraft manifestó aversión a judíos, italianos, hispanos, asiáticos y, sobre todo, negros. Esta discriminación obedecía a su creencia en la superioridad de la raza aria que para él representaban Alemania e Inglaterra, lo que lo acercó a las doctrinas nazis que luego rechazó. También detestaba el frío y todo lo concerniente al mar. Por contraste, era sumamente amable y cariñoso con todo el mundo y muchos de sus mejores amigos pertenecían a las razas degeneradas.


Yuggoth:
Planeta limítrofe del sistema solar de donde proceden muchas de las entidades de la mitología lovecraftiana. Algunos lo identifican con Plutón.


Zann, Erich:
La mayor parte de los cuentos de Lovecraft se apartan de los mitos del Cthulhu aunque pueden estar relacionados. Entre ellos están dos de sus producciones literarias más perfectas: El extraño, quizá una transposición de su inseguridad frente al mundo que vivió, y La música de Erich Zann, excelente narración que se desarrolla en un muy real París que HPL nunca conoció.


Arkham:
Lovecraft convirtió las ciudades amadas de Nueva Inglaterra en Dunwich, Insmouth y Arkham. El detalle con el que las caracteriza lo convierten en el mayor escritor costumbrista de la región. Arkham House fue el nombre que Derleth y Donald Wandrei dieron a la editorial que fundaron para publicar la obra de su maestro y amigo.


Biblioteca personal:
Lector precoz, devoró las mitologías griegas y romanas, y Las mil y una noches, encantado por su exotismo. De su ensayo El horror en la literatura, del que también proceden las opiniones con respecto a sus autores favoritos -Poe, Machen, Blackwood y Lord Dunsany-, he aquí sus otras preferencias: El monje, de C.R. Lewis, Melmoth el errabundo, de C.R. Maturin, Los misterios de Udolfo, de Ann Radcliff, Vathek, de William Beckford, El horla, de Guy de Mauppasant, Cumbres borrascosas, de Emily Bronté, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R.L. Stevenson, La casa de las siete buhardillas, de N. Hawthorne, El golem, de Gustav Meyrink, Otra vuelta de tuerca, de Henry James, El signo amarillo, de R. Chambers, Drácula, de Bram Stoker, La nube púrpura, de M.P. Shiel, La casa en el confín del mundo, de W.H. Hodgson.


Cthulhu:
Divinidad que da nombre a los mitos creados por Lovecraft y sus seguidores, aprovechando también textos anteriores. Dice HPL: "Todos mis relatos (...) se basan en la idea central de que antaño nuestro mundo fue poblado por otras razas que (...) perdieron sus conquistas y fueron expulsadas, pero viven aún en el exterior, dispuestas en todo momento a apoderarse de la tierra". Cthulhu está retenido en el fondo del mar en la ciudad dormida de R'lyeh a la espera de que alguno de sus esbirros logre liberarlo.

 Derleth, August:
Sistematizador de los relatos de los mitos del Cthulhu, intentó darles una estructura clara de bien contra mal que no existía en Lovecraft, magistral en la indefinición. Autor de una extensa obra que adolece de tan maniquea posición, su esfuerzo difundió los libros del maestro y estimuló a muchos de sus seguidores, aún activos.


Entrevista:


Fiebre:
A la precaria salud de Lovecraft se le han encontrado varias explicaciones como la fiebre reumática, el hipotiroidismo y la hipoglicemia. Sin embargo, es imposible descartar que todo fuera psicológico. Reales fueron su poiquilotermia -temperatura corporal demasiado baja-, y el carcinoma de colón que lo llevó a la tumba. Sufrió de jaqueca como todos los miembros de su familia.

Greene, Sonia:
Muerta ya su madre, Lovecraft la desposó en 1924. Diez años mayor que él, bella e inteligente según todos los testimonios, vivieron en New York de sus ingresos, bastante buenos para una mujer en aquellos tiempos. Emprendedora, práctica, capaz, entró en silencioso conflicto con su marido, quien terminó volviendo a su único amor: Providence.   
 
Horror:
"La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido".

domingo, 7 de agosto de 2011

WOODY ALLEN LADRA ECHADO


La más reciente película de Woody Allen es un divertimento. Algunos podrán calificarlo de delicioso, yo no creo que llegue a tanto. El director y guionista neoyorkino ha convertido en estilo una serie de características -créditos sencillos, melodías de jazz, diálogos muy bien escritos, situaciones de infidelidad, temas trascendentales ejemplificados sumariamente desde la óptica judía, personajes más o menos tópicos dentro de su cine-, y los espectadores respondemos a estas entregas de lo mismo con la gratitud que da la comodidad. Como ya lo ha hecho en otras oportunidades, ha aceptado convertir su filme en una especie de publicidad de una ciudad, y también ha escogido un comediante para encarnar al personaje que todos sabemos él representaría con gusto, si tuviera unos años menos. Alguien experimentado y sin duda talentoso, para quien trabajan con gusto, y a bajos costos, los mejores actores, los mejores productores ejecutivos, los mejores fotógrafos, en general los mejores en cada uno de sus oficios, difícilmente hará una película desastrosa -aunque algunos lo hacen contando con lo mejor de lo mejor-. Treinta o cuarenta tomas de sitios representativos de París en los primeros cuatro minutos, dejan muy en claro, y se le apunta la honradez, que estamos frente a una colección de postales que abarcan, además, la vida cultural de la Ciudad Luz o, para ser más justos, la vida cultural de la Ciudad Luz más cercana a los norteamericanos: Hemingway, Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, Picasso, Buñuel, Degas, Gauguin. Un procedimiento discretamente ingenioso -no se trata de Zelig (1983) ni de La rosa púrpura de El Cairo (1985)- permite un juego con el tiempo que hace que las postales sean aún más variadas y, por supuesto, más aptas para un público ilustrado, que agradece que a Gertrude Stein la represente una premio Oscar (Otro a un Salvador Dalí obsesionado con los rinocerontes). Un mensaje: vivamos el presente sin mitificar el pasado -no se trata de Annie Hall (1977) ni de Manhattan (1979)-. Y claro, en el último rollo la promesa de una mujer para el protagonista.
Medianoche en París tiene, como no, buenos momentos y, el espectador sonríe, y a veces se ríe, pero, como todas las postales -el cielo de su cartel proviene de una popularísima pintura de Van Gogh-, terminará olvidada en un cajón o decolorándose adherida a un corcho, perforada por una chincheta.

domingo, 24 de julio de 2011

LA MUJER BARBUDA


En la página 110 de la más reciente publicación de Ramón Illán Bacca, una de sus protagonistas, Aspasia Estratiotes, conocida como "La Chipriota" aunque nació en Panamá, confiesa: "Yo le inventaba historias sacadas de los folletines que leía, y mis historias eran cada vez más truculentas". Un poco así obra el escritor de Santa Marta, radicado hace mucho tiempo en Barranquilla,  y lo hace anunciando desde el título que estamos frente a una novela libre de solemnidades, en la que las historias nacional y regional van a ser víctimas del humor y la irreverencia, de la destreza fabuladora de un autor que desde su primera novela, la siempre recordada Debora Kruel (1990), demostró que las culturas con mayúscula y con minúscula, universal y popular, pueden hermanarse a través de la ironía.
En la Colombia de comienzos del siglo XX, golpeada por la pérdida del itsmo y dividida entre los favorecidos por la presidencia del general Reyes y quienes conspiran contra lo que consideran una dictadura, las protagonistas son las mellizas del Valle, una de ellas afectada por el hirsutismo y la lascivia, y una sociedad provinciana de obispos pornófilos, terratenientes y políticos corruptos, un narcotraficante descendiente de Joseph Conrad y el hijo de Candelario Obeso, también poeta, y una colección de extranjeros capturados por el trópico, entre los que se destaca Spencer Cow, un inglés opiómano y cazador de orquídeas, capaz de comentarios como este:

¿Por qué -me preguntaba al oírlo-, no puede nombrar algo a alguien sin colocarle un adjetivo? Las mujeres de su país y de su medio no eran simplemente mujeres sino que estaban llenas de "cristianas virtudes", de "garbo y señorío", de "belleza radiante y exquisita distinción", y ante ellas él no decía poesías sino "pulsaba la lira".

La inconfundible ligereza del autor, una de las características privilegiadas de su estilo, permite que un tema erótico, con ribetes de ambigüedad –el atractivo sexual de una mujer peluda-, sea tratado sin estridencias ni prejuicios, y también facilita que los personajes comenten con familiaridad las realidades sociales y políticas de la época, muchas de ellas extrapolables a nuestros tiempos: el cónsul británico le pregunta a un blasonado aristócrata samario:

-Y si esa gente menuda se subleva.
Me contestó:
-Muy sencillo: al que mas grite lo uniformamos de verde y ese se hace matar por nosotros.

Como siempre, la aparición de un nuevo libro de Ramón Illán Bacca es una alegría para los lectores más exigentes, y lo puede ser también para quienes de vez en cuando desean la compañía de un buen libro.

jueves, 7 de julio de 2011

TRANSFORMERS Y LOS SÍMBOLOS SEXUALES

Kathleen Turner en Body Heat (Lawrence Kasdan, 1981)
Aunque la artesanía visual no oculta los problemas argumentales de la tercera entrega de Transformers (Michael Bay), los procesos relacionados con la promoción de la película, tan o más impresionantes que los efectos digitales, han conseguido, como en la primera de la serie en 2007, imponer un símbolo sexual. Lo curioso es que entonces lo hicieron mostrando poco de Megan Fox -en la escena más impactante lo que destacaban eran sus abdominales-, y la afortunada de este 2011, Rosie Huntington-Whiteley, acostumbrada a recorrer las pasarelas de ropa interior luciendo unas alas sobre sus hombros, apenas descubre sus muslos, en verdad memorables. Que esto lo logre un éxito de taquilla dirigido a público mayor de siete años es revelador, también que la modelo inglesa asistiera a la presentación de la película prácticamente disfrazada de la bomba sexual de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988), el filme que combinada seres humanos y dibujos animados, y en el que la voz de la curvilínea Jessica Rabbit estaba a cargo de Kathlenn Turner.


Hasta hace unos años las actrices accedían a ese estatus comprometiéndose con guiones en los que la actividad sexual era parte de la vida de sus personajes, y si bien buena parte de esas películas son discutibles -Nueve semanas y media de Adrian Lyne (1986), por ejemplo-, al menos se consideraba la faceta erótica de los seres humanos como un tema digno de algún tipo de tratamiento cinematográfico. Hoy, por fuera de los circuitos alternativos, esta posibilidad es escasa, lo que contrasta con la permanente intromisión de los medios en la vida privada de las estrellas de cine, con la capacidad de algunas de ellas para alimentar las páginas de chismes con sus confesiones y con cierta aceptación del mundo de la pornografía en las discusiones cotidianas, en un juego de escándalo e hipocresía que muestra muy a las claras el temor que le tenemos a las pieles desnudas que se encuentran por motivos distintos a la procreación.


Todo parece indicar que el espíritu del código Hays, instructivo adoptado por Hollywood en 1934 para preservar la moral, es todavía atendido, en especial si se quieren vender las entradas suficientes para justificar la inversión, ya que una clasificación R implica la pérdida de la mayor parte del público. Sus "recomendaciones" prohibían las tramas en las que se irrespetara la sagrada institución de la familia y la exposición de conductas como el adulterio y otras relaciones ilícitas. Así mismo se restringía la presentación directa o indirecta de las organos sexuales masculinos y femeninos (Tampoco se debía pronunciar la palabra "caliente" al referirse a una mujer, ni mostrar su ombligo).


El tema que apenas esbozo tiene tanto de largo como de ancho. El director de cine brasileño Glauber Rocha (1938-1981) lo trató en un texto titulado EL DULCE DEPORTE DEL SEXO (Cómo se ama delante de millones de personas). He aquí algunos apartes para animar la discusión:


"No importa quién fue el primero que desnudó a la mujer en el cine. El erotismo, para el puritanismo (mayoría dominante) es, sobre todo, el incandescente inalcanzable: piernas y senos cubiertos. La sugestión no se hace de lo real sino del sueño: así, un pajarito, una hoja olvidada, una cascada, una puesta de sol y hasta una tempestad, siempre simbolizaron el lirismo o la tragedía del acto en su momento crucial."


"El secreto de una producción de éxito comercial es la combinación de sexo y violencia: (...) Acto de matar/acto sexual se funden en un ritmo trepidante para la catarsis universal (...) El símbolo es un recurso contra la censura de los intolerantes: así el sexo del cine norteamericano es como un adorno de la vitrina y no se concentra en las partes exactas. Pestañas, cabellos, ojos y boca. Transfiguración de luces, tanto libertinaje es permitido en la zona de lo irreal, de la ilusión, de lo magico. Labios gigantescos que muerden en la pantalla..."

sábado, 18 de junio de 2011

LA PUERTA DEL INFIERNO

El 6 de julio de 1988, un año y medio antes de la caída del muro de Berlín,  en un largo paseo por París, dos intelectuales colombianos de estirpe freudiano-marxista recapitulan parte de sus vidas al calor de las cervezas, siempre a la vista un afiche turístico que los invita a pasar el verano en Grecia. Con mayo del 68 como referente, recuerdan la izquierda colombiana y a los viejos compañeros de la Universidad Nacional, tan dispuestos a la discusión y la rumba, tan tentados por la posibilidad de unirse a la guerrilla, y recrean las mujeres que los acompañaron -sobre todo a uno de ellos, Rolando Dupuy-, en sus idas y vueltas por una agitada juventud que se les fue sin lograr mucho: "Pero no es culpa de Freud, estimado señor, si lo utilizamos para estar de espaldas a la realidad", afirma Héctor Ugliano y remata: "Alguna vez habremos de reconocer que había algo muy inmaduro y burgués, incluso muy insano en nuestra manera de leer e intepretar la realidad a la luz de las lecturas...".
Especie de "autocrítica" a través de un desdoblamiento que el lector entenderá en las páginas finales del libro ("conforme su ser florecía en el diálogo, le transmitía a él esa extraña sensación de que nada importaba realmente, puesto que todo alrededor de ellos había dejado de existir, y el pasado en igual medida que el futuro había sido puesto entre paréntesis"), La puerta del infierno es también un homenaje a la amistad, entendida como una montaña rusa de encuentros y desencuentros que se manifiestan en la conversación: "Pues hablar a toda costa, hablar de lo que fuera y hasta por los codos, ¿qué otro viaje podían emprender después de tanto tiempo sin verse?".
Además del diálogo, erudito pero burlón, Ricardo Cano Gaviria (Medellín, 1946) usa la analepsis una y otra vez para construir una novela en la que el humor y el erotismo generan un marco que permite a Ulises, Eneas, Dante, la lírica francesa de Baudelaire a Edith Piaf, Proust, Hemingway, Flaubert, Cohn-Bendit y Sartre, por supuesto, moverse de Medellín a Bogotá, de París a Madrid, en una fiesta del pensamiento y la palabra, para nada exenta de ironía. En muchos sentidos "Mesías de la desilusión", como lo cataloga Ugliano, cuando a Dupuy le recuerdan la idea de Heidegger de que la palabra es la casa del Ser, impulsa a Solange, su más reciente compañera sentimental, a admitir que la verdadera casa del Ser es la mierda. Tampoco es muy favorable su imagen de Colombia: "A Aquiles le quitaron la doncella que merecía por motivos de guerra; los colombianos actuamos como si alguien nos hubiera quitado no una doncella, si no la mujer, la amante y hasta la abuela".
Editada simultáneamente en España, México y Colombia, La puerta del infierno es también una curiosa metáfora entomológica que arranca en un texto de Gorki y se pasea con sus antenas y sus seis patas hasta el famosísimo barrio Pigalle. Y siempre la amistad, no en balde Solange le recuerda a Rolando Dupuy: "Siempre que hablabas de él te reías tanto".

sábado, 11 de junio de 2011

SIMONA


"Entre todas las mujeres que conozco, Simona es la que más deseos me provoca. Me enloquece verla caminar, siento el impulso de morder esa carne dura y elástica, esos labios que mis labios no podrían abarcar", anota Sebastián Uribe, el personaje "biografiado" en La voz interior (2006), esa novela-suma que narra la vida de un escritor casi inédito, y que nos proporciona, seleccionados, los supuestos productos de su vocación literaria. El autor de ese trabajo es Bernabé Escobar, hermano de la protagonista de la Historia de Simona (2011, Premio de Novela Corta "José María Pereda"), la narración que a muy buen ritmo pero sin prisas, nos cuenta el romance que nace en un bar entre una mujer de más de cuarenta años y José Hilario López, un estudiante universitario que acepta las reglas de una relación sin porvenir, y cómo se prolonga a través del tiempo. Son los detalles objetivos y subjetivos de su enamoramiento y sus posteriores encuentros, los que Darío Jaramillo Agudelo nos proporciona con una prosa cuidadosísima, que abarca juegos verbales, descripciones de una precisión que sólo la sensibilidad de un poeta consigue y apuntes brillantes ("Quien ha reconocido su amor, al menos tiene el compromiso de asumir ese amor, de defenderlo, es decir, de proyectarlo hacia el futuro. Quien no lo ha hecho, apuesta por la intensidad de cada momento"). Prácticamente desprovista de los refentes habituales en la narrativa colombiana actual -narcotráfico, violencia, inseguridad política-, Historia de Simona es, desde el punto de vista literario, mucho más lograda que la mayoría de las novelas, algunas también premiadas, que los medios de comunicación promueven para complacer la voracidad de las multinacionales del libro ("el factor de la moda uniforma los gustos, hace grande lo pequeño, deroga reputaciones de cuarto de hora e inventa los ídolos de una frívola farándula". Bernabé Escobar en La voz interior, página 27). Estructurada con saltos de tiempo que en ningún momento desorientan al lector, y que le permiten al narrador sorprendernos sin truculencias -excepto una, excepcional y necesaria-, una figura femenina nada tradicional cobra vida en sus páginas, y se agrega a nuestras románticas enfermas de amor del siglo XIX, a las mujeres de armas tomar de las comunas de Medellín y a las reinas de la rumba bogotana que siempre están pensando en viajar al exterior. Infiel y buena esposa, amiga de sus hijos y pésima madre, cotidiana, sensual, mundana e intuitiva ("Un hombre inteligente puede ser más tonto que una mujer frívola", comenta la propia Simona), es un arquetipo más interesante y verosímil que muchas de sus contemporáneas, y podemos conocer una parte de su pasado en La voz interior, donde provoca un orgasmo al inteligentísimo Sebastian Uribe con sólo bailar el bugaloo.

 No sabemos si Susana, su hermana gemela, aparecerá tarde o temprano en otra buena novela -reflejos, heterónimos, dobleces varias, simetrías-, lo cierto es que la Historia de Simona es también, y no podía ser de otra manera, un glosa a muchos de los maravillosos poemas de amor de Darío Jaramillo Agudelo, quizá a uno de los más breves:

Sé que el amor
no existe
y sé también
que te amo.

domingo, 5 de junio de 2011

BREVES DÍAS


Publicada a finales de 2010, esta antología de Gustavo Adolfo Garcés (1957) es una nueva oportunidad para acercarse a una poesía esencial, depuradísima, que siempre busca la precisión, el término y la sintaxis exactos. Titulada como el libro que le mereció el Premio Nacional de Literatura en 1992, incluye poemas de  otras cuatro publicaciones -Libro de poemas (1987) , Pequeño reino (1998), Espacios en blanco (2000) y Libreta de apuntes (2006)-, y un apartado con textos inéditos, reunidos bajo la misteriosa enseña de Hasta el fin de los números. Respetuosísimo del oficio, no es extraño que Edgar O´Hara escribiera: "Si hay alguien con madera de seguro artesano es el creador de estos poemas", para referirse a Pequeño reino.
En el agitado panorama lírico colombiano del siglo XXI, tan lleno de brillos y pretensiones, es maravilloso encontrar a alguien que ha hecho de la poesía una discreción. He aquí algunos de sus poemas:


INFANCIA

La infancia
regresa en silencio

siento que me aprietan
las manos de mi padre


DIFICULTADES DE LA POESÍA

La idea era
beber un poco
ponernos alegres
pero nos emborrachamos
en exceso
y lo que hicimos
fue tener una opinión
demasiado buena
de nosotros mismos


MALA ESPINA

Por decir la rosa
sangro y fracaso
con esmero


LAS PALABRAS

¡Ah! las palabras
que se las dan de exactas

las que se sienten
de mejor familia que el silencio


PÁJARO

Aparte
de todo

tiene la virtud
de volar


402

El primer verso no lleva
a ninguna parte

de qué se hace eco
el segundo

el tercero es un límite
que asusta

el cuarto sólo
una pregunta

el quinto cuesta verlo

el sexto se parece
a la soledad

el séptimo y los restantes
son un lugar imaginario


439

Las formas
que no llevan
a la verdad

son la verdad


447

No llega el tren

la luna alumbra
la estación


585

Lo que lleva dentro
son palabras

sabe muchas

pugna por una


872

El verso no es
lo que deseabas decir

tampoco lo que dices

las palabras
a un tiempo arden
y envejecen


936

Palabras
que llegan
después
de un día
oscuro

el poema


Aparte de todo, Gustavo Adolfo Garcés tiene la virtud de defender los derechos humanos en las oficinas de la Procuraduría.

martes, 17 de mayo de 2011

MOULIN ROUGE

Diez años después de su estreno, sigo creyendo que Moulin Rouge (2001), la película de Bazz Luhrmann inspirada en el antiguo mito de Orfeo -y en La traviata de Verdi-, es la verdadera recapitulación de la comedia musical y es, en consecuencia, un clásico de nuestro milenio . El director australiano se sirve de un repertorio de barridos, desenfoques, zooms velocísimos, tomas aéreas y secuencias aceleradas, articulado mediante una edición llena de contrastes –que no oculta su deuda con los videos de Mtv-, para crear un espectáculo audiovisual ecléctico, posmoderno, en el que campean el pluriculturalismo en su más amplia acepción y una tendencia facsimilar, nostálgica pero también irónica, que toma piezas musicales de diversos orígenes: Phil Collins, Kiss, Sweet, Elton John, David Bowie, Queen, Nirvana, una canción de The Sound of Music (1965), otra de An Officer and a Gentleman (1982), y algunas más, para producir una especie de ópera pop tan abigarrada y vertiginosa como Romeo y Julieta, su trabajo de 1996, pero más afortunada.
Extendiendo hacia Nicole Kidman el artificial parentesco de Madonna con Marilyn Monroe, la película gira alrededor de una figura femenina que obvia su drama personal cuando tropieza con el amor, encarnado por el actor Ewan McGregor. Ambiciosa y ligera en la misma medida, oscilando constantemente entre la comedia y la tragedia, homenaje y renovación de un género clásico, Moulin Rouge es una propuesta fílmica muy contemporánea, llena de referencias para el espectador atento. Siempre que la pasan en alguno de los canales del cable termino viéndola, y esto no ocurre solamente porque en muy pocas oportunidades se ha registrado el rostro de Nicole Kidman con tanta delicadeza (Donald McAlpine).

jueves, 28 de abril de 2011

HOTEL EN SHANGRI-LÁ

La editorial independiente La pluma de Mompox ha reunido 65 libros de todos los géneros en la colección Voces del fuego. Testigos del Bicentenario, una iniciativa casi increíble que debe ser el gran suceso de la próxima Feria del Libro de Bogotá, y un llamado de atención para las multinacionales del libro, cada vez más timoratas. Participo en ella con Hotel en Shangri-Lá, Premio Nacional de Cuento de la Universidad de Antioquia en 2002. Les comparto la carátula y algunos comentarios.

El megacentro comercial de Hotel en Shangri-Lá es al mismo tiempo parque de atracciones y prisión, brillo consumista y aturdimiento existencial. Pero dentro de la maquinaria de cartón piedra y plástico pululan todavía pasiones y frustraciones, atrocidades y esperanzas de sangre y sueños. Los personajes que emigran de un relato a otro y sus diálogos que oscilan entre el vacío y la sorpresa guían al lector, cual cautelosa brújula, por este mar lleno de despojos del pasado y fragmentos a menudo incoherentes de globalización, referencias cinematográficas y relampagueos irónicos.
El bello título se puede interpretar de distintas formas, una de las cuales es: en la felicidad siempre somos pasajeros de tránsito. Y encima a veces ni siquiera nos damos cuenta. He aquí el difícil e incierto escenario elegido por Octavio Escobar en una obra que representa una nueva etapa en su sólida trayectoria, confirmando la vigencia de su pluma como una de las propuestas narrativas más intrigantes del panorama colombiano actual.
Danilo Manera. Universidad de Milán


En Colombia los buenos libros de cuentos son escasos. Por lo regular los escritores reúnen historias de tonalidades y temáticas diversas, con la esperanza de que el número de páginas y el artificio tipógráfico resuelvan las exigencias de la unidad. Por eso es muy saludable encontrar un texto como Hotel en Shangri-Lá, merecedor del Premio de la Universidad de Antioquia en el año 2002.
El autor, Octavio Escobar Giraldo (Manizales, 1962), es quizás uno de los escritores más discretos, más premiados y también más audaces de la llamada, pomposamente, nueva literatura colombiana. En sus breves textos -El álbum de Mónica Pont (Premio de Novela José Eustasio Rivera, 2003) y Saide (Premio Nacional de Novela Negra, 1995)- ha logrado un certero equilibrio entre dudosos, y tal vez inexistentes, pormenores de una historia y la dosificada experimentación formal. En otros, como De música ligera, se leen dos o tres cuentos verdaderamente antológicos, suficientes para ganar el Premio del Ministerio de Cultura en 1998.
Con una técnica contenida -demasiado convencional dirán algunos-, Hotel en Shangri-Lá reúne seis historias atravesadas por el eje común de una atmósfera, unas imágenes y unos cuantos fragmentos de vidas a medias, que se entrecruzan en el Megacentro Babilonia, alegoría del mundo globalizado, instantáneo, desechable y literario escenario donde los personajes consumen por igual la gonorrea y la hamburguesa. La sencillez y aparente facilidad de los diálogos y las situaciones esconde un trabajo de orfebrería, una voluntad del narrador -no siempre alcanzada-, de diferenciarse de sus personajes.
Cierto: algunos cuentos son mejores que otros y los escasos guiños técnicos a Raymond Carver podrían eludirse. Pero por fortuna no estamos ante un autor higiénico y Escobar Giraldo tiene los saludables defectos de todo buen escritor, virtud de la que algunos carecen,
Es un lugar común -y también una estupidez contemporánea- creer que Escobar Giraldo sólo será un buen escritor en la medida que nos despache sucesivas y voluminosas novelas... Bastan sus cuentos y sus breves novelas que acaso merezcan algo más que los abrumadores premios.
Pedro Badrán Padauí. Semana Libros


Cuando un escritor gana un solo concurso deja la sensación de que es como si hubiera resultado elegido por el azar dentro de esa cierta ruleta que son los premios, pero cuando gana tantos, en diferentes lugares y con jueces tan disímiles, es porque algo bueno tiene que tener, sin duda.
Y lo tiene, como por ejemplo un impecable manejo de la oralidad y un uso efectivo de las estructuras narrativas. Escobar es lo que algunos llamarían un escritor posmoderno, en cuyos textos la sensación de desasosiego, el escepticismo, la hibridación de géneros, la vida insular, lo trivial y lo inmediato son elementos notables. Todo esto sumergido dentro de ambientes en los que la música ligera, el hiperritmo de la publicidad, el cine barato, el zapping, el shoping, el fast food, la internet, el MTV, entre otros elementos que terminaron volviéndose cotidianos en la era global, son característicos.
Comparte, pues, esa literatura bastarda parecida, en su propuesta y ciertos temas, a la de Alberto Fuguet y otros escritores latinoamericanos que se clasificaron bajo el rótulo del McOndo: escritores alejados de realismos mágicos y de compromisos políticos, así como intentos de renovación histórica; escritores complemente urbanos, de una nueva moral y sensibilidad.
Hotel en Shangri-Lá podría ser, entonces, una miestra de todo esto. Se trata de seis relatos en los que los personajes comparten un mismo ambiente: un megacentro comercial y un hipermercado en el que el consumo desmedido, la publicidad y los medios electrónicos saltan a la vista. Asimismo, aunque cada relato puede leerse como una historia independiente y con una intención concreta, también cada uno complementa al otro, le suma elementos para crear un conjunto en el que todos los cuentos se necesitan, los personajes van de uno a otro, haciendo cada vez más difícil la calificación del libro como una de cuentos, pues también podría leerse como una novela. La narración, a su vez, mantiene un tono parejo y cierta coherencia de estilo. También está, como se dijo, una misma visión de mundo: el escepticismo, lo insular, el dinero como felicidad, el consumo, la apatía ante ciertos problemas. Ya no es esa violencia campesina la que toca, es otra violencia, sicarial, metida en las ciudades, la que está presente. Ya no es la preocupación por lo que hay afuera, es el vacío interior, el egoísmo del "sálvese quien pueda". Temas que se hacen presentes en el libro, escondidos entre diálogos cotidianos, situaciones tan corrientes que parecerían absurdas.
Hotel en Shangri-Lá es, pues, como lo calificó el escritor medellinense César Alzate, "una metáfora de la contemporaneidad", en la que lo liviano y lo cotidiano están presentes y no se vislumbran dejos de realismos mágicos. Es, más bien, otra escritura para revelar nuevas preocupaciones existenciales, otra forma de vida en la que lo aparentemente banal esconde una nueva mirada, convirtiendo a la obra en un reflejo de esta otra cara que ha terminado por tomar este mundo.
J.C. Jaramillo. Pie de página

Hotel en Shangri-Lá es aún más atractiva en la línea de mostrar la otra Colombia, porque a la vez engancha con un escenario más universal, lo que acá conocemos como mall y en Colombia se llama megacentro. Sí, en torno al Megacentro Babilonia con sus cines, tiendas y el hipermercado –El-Hip, con el símbolo de un hipopótamo- giran los seis cuentos de este breve libro, con personajes que protagonizan alguno para reaparecer luego como secundarios, historias que se entrelazan de manera sutil y que conviene leer en el orden propuesto por el autor; en ese sentido, uno podría entender que el libro, más que una colección de cuentos, es una extraña forma de novela, puesto que además el último relato, si bien es el más desgajado de las temáticas del resto, aparece también como un cierre perfecto para todas las historias. Allí, en el último, asoman también la violencia y el terrorismo, pero desde una mirada que no explica ni justifica ni racionaliza, sino que enfoca los hechos desde –una vez más- la vida cotidiana de los personajes. La rebeldía ecológica de una hija poco más que adolescente y su relación de amor-odio con su hermana menor, una pareja mal avenida, los premios que entrega El-Hip a la compra número cien mil, un administrador de bares que los cierra y huye cada vez que le va mal en una relación amorosa, un vendedor con una fantástica memoria para la trivia que es confundido con un psiquiatra: allí está parte del universo de estos cuentos que ojalá, ojalá, alguna editorial de distribución regional rescate y ponga en circulación para muchos más lectores. Escobar Giraldo se lo merece.
Rodrigo Pinto. Post (Chile)

martes, 19 de abril de 2011

APOSTILLA AL CAPÍTULO IX


El hombre llegó al poblado arrastrando los pies, con el alma en otra parte. Un par de campesinas avejentadas, viudas de dos hermanos, lo acostaron en un rincón de su casa e hicieron cuanto pudieron para proporcionarle una muerte cómoda. Alguien le había machacado la cabeza, desorbitándole los ojos. Llevada por la piedad, Aldonza, la hija de Lorenzo Corchuelo, lo aseaba todas las mañanas y con miles de maniobras y llamados conseguía hacerle comer. Mientras las semanas de su agonía se alargaban, los vecinos pasaban a mirarlo y aventuraban teorías sobre su origen. Por su perfil y sus ropas concluyeron que provenía de tierras vascongadas.
Murió una tarde y fue velado como cualquier cristiano viejo. Unos pocos, Aldonza entre ellos, llevaron su cadáver al campo santo. Ese día el cura también presidio las exequias de un hidalgo muy amigo suyo, don Alonso Quijano.

viernes, 18 de marzo de 2011

TERRITORIOS DE RIGOBERTO GIL

Amparado por un concepto generoso del ensayo, Territorios de Rigoberto Gil Montoya (Ediciones sin nombre, 2010) está dividido en tres partes que implican temas generales, un abordaje de la literatura regional y una serie de reflexiones sobre su propio quehacer como narrador e intelectual. La escritura, como felicidad problemática, es inicialmente discutida en su esencia y en su interacción con la internet, también como viaje y como alternativa entre lo culto y lo popular, para enseguida mostrarse en un sesudo y necesario recorrido por la cuentística del área cafetera colombiana y, como no, en la semblanza y la crítica de tres figuras principales de la cultura regional: la novelista Alba Lucía Ángel -uno de los mejores textos del libro-, el cronista Hugo Ángel Jaramillo y el médico y escritor Orlando Mejía Rivera. La última parte, Territorio de sí mismo, aborda las realidades de Gil Montoya como novelista, cuentista y profesor universitario, y un entrañable recuerdo de la educación sentimental que le representó Sandro de América. Cruzados por nombres tan diversos como Ringo, Osorio Lizarazo, Condorito, Ricardo Piglia, Adalberto Agudelo, Jean Paul Sartre, Benjamin, Mempo Giardinelli, Borges, Rulfo, Gay Talese, Barthes y el propio Sandro, estos ensayos se sustentan en un amplio y variopinto tejido de referencias, con el que Gil Montoya procede como lo hace su padre: "Cuando pienso en un oficio me invade de imediato la imagen de mi padre sastre. Caigo en la cuenta de que llevo toda mi vida viéndolo sentado frente a su máquina de coser, tras su cuerpo encorvado y sus gafas con montura torcida. De unos años para acá se vio precisado a usar gafas para enhebrar las agujas punto de oro catorce y juntar con delgados hilos, al ritmo del motor de su máquina Singer, ese complejo mapa de líneas, diagonales y curvaturas que previamente ha trazado sobre la tela".
Vale la pena destacar cual hilos sueltos, algunas citas de este placentero cajón de sastre:

La escritura es un territorio del deseo v la confrontación, un mundo posible y acaso la actitud de la que nace una apuesta por la trascendencia (...) Un territorio cuyos límites se determinan en la memoria de los otros.

¿Se presta el escritor a imponer o apoyar un orden para solaz del establishment que busca fortalecerse en una suma de discursos de la que se apropia y a través de la cual rige, adiestra, desecha y expulsa, deseoso como está de manipular miradas y de controlar debates?

Si la Internet navega la información necesaria para apoyar una exposición, ¿qué anacrónico interés me incita a dejar la comodidad de mi cuarto? (...) Gustavo (Colorado) lo supo decir mejor: una cosa es la experiencia, el saber, y otra muy distinta la información, el cúmulo de unos datos destinados al olvido. No sé si la experiencia me hace mejor lector; lo único que sé es que me hace más feliz.

El peso de la realidad le da mayor impacto al relato, lo llena de sentido y lo torna ambigua; no por eso pretendo defender la manida idea de que el hecho literario refleja la realidad. El relato construye una segunda realidad y a partir de ella la realidad misma se presenta distinta a nuestros ojos.

No todo lo que brilla es literatura, como no todo lo que es literatura deviene memorable.

¿Qué diferencia a la literatura de otros discursos o disciplinas? En primer lugar su inutilidad. Lo literario no pretende enseñar ni catequizar ni moralizar ni salvar (...) Saber de la inutilidad de la literatura hace leve al lector, lo aleja de muchos prejuicios (...) En la inutilidad del arte se revela el misterio, como en la mentira de la ficción, se revelan las verdades.

La obra narrativa de Rigoberto Gil Montoya (La Virginia, Colombia, 1966) la componen las novelas El laberinto de las secretas angustias (1992), Perros de paja (2000) y Plop (2004) y los libros de cuento La urbanidad de las especies (1996) y Retazos de ciudad (2002) También es autor del libro de ensayos Guía del paseante (2005).

miércoles, 9 de marzo de 2011

TONY FLOWERS EN EL GUGGENHEIM


El pasado 8 de marzo un público disímil y entusiasta se dio cita en uno de las salones del museo Guggenheim de Nueva York para recordar a Tony Flowers y festejar, treinta años después, la aparición de su Último diario, a través de una edición facsimilar, acompañada de material crítico y documentos varios.
Diego Arzate, exiliado cubano y editor de Lorca, una revista literaria independiente, relató sus encuentros durante los últimos meses de vida del malogrado escritor, resaltando la singularidad de su obra póstuma, confirmada por Raymond L. Williams, de la Universidad de California (Riverside), quien partió de la reñida votación en la que Flowers perdió el National Book Award de 1979 con Going After Cacciato de Tim O´Brien, para señalar sus rasgos postmodernos. También se recordó a Miriam Stein, la primera editora de Flowers, recientemente fallecida, y al tristemente célebre William A. Spielmann, responsable de que los libros de Flowers permanecieran fuera de las librerías durante la década de los ochenta del siglo pasado. Liliam P. Rivers, profesora de Literatura Comparada de la Universidad de Connecticut, atribuyó a las lecturas de H.P. Lovecraft la misoginia de los personajes masculinos de Flowers, en tanto el influjo de sus novelas en la nueva generación de narradores hispanoamericanos fue tema de J. Alejandro Rodríguez de la Universidad de Bogotá (Colombia). La socorrida tesis de sus cercanías formales y temáticas con Hemingway, Graham Greene y Frederick Forsyth, la Nueva York de la década de los setenta y la década en general, también fueron motivos de disertación, aunque muchos simplemente recorrieron la extensa galería fotográfica o se acercaron a pedir un autógrafo a Debra Jo Fondren, Playmate de 1978 y presunta amante de Flowers durante un corto período, hoy directora de casting de varias productoras cinematográficas y una de las invitadas al evento.
La única conclusión posible es que Tony Flowers volvió para quedarse y las anunciadas nuevas ediciones de sus libros recuperarán para el público a un escritor tan propio de su tiempo como Truman Capote o Andy Warhol, una figura que pertenece con propiedad al universo de las letras aunque lo tentara tanto el mundillo de la frivolidad.

lunes, 28 de febrero de 2011

LITERATURA ACTUAL DE EXTREMADURA


Leo sin orden, sin prisas y sin decepciones el tomo de narrativa de Literatura en Extremadura, obra monumental de la Editora Regional de Extremadura, que busca destacar a quienes se están constituyendo en el canon literario de esta autonomía española, algunos de ellos nombre muy destacados en el panorama ibérico actual. Con todos los riesgos que implica olvidarse de la arqueología, Manuel Simón Viola, un escritor e intelectual por el que cada vez siento más aprecio, realizó la selecíón y se encargó del estudio introductorio y las documentadísimas notas biográficas. Las seiscientas páginas de volumen encuadernado en pasta dura incluyen, por supuesto, a Gabriel y Galán, Luis Landero, Javier Cercas, Dulce Chacón, Eugenio Fuentes, Julián Rodríguez, pero también reservan, por lo menos para mí, la sorpresa de, por ejemplo, Carlos Lencero, autor del siguiente texto de Los arenales de la madrugada:


Nació en Akita, junto al mar, con los ojos deliciosamente oblicuos, y fue una niña muy querida por unos padres casi ancianos que tenían seis dioses de marfil encerrados dentro de una maleta de ébano. Una vez cada siete días, colocaban a los dioses sobre una estera y les confiaban las penas y los deseos que tenían.
Aprendió la obediencia, la crueldad, y las técnicas del amor, en una adolescencia eterna, y un día de primavera, antes de regresar a la oscuridad brillante de su maleta, los seis pequeños dioses de marfil comunicaron a los ancianos padres que la niña se debía desposar con el ayudante del jabonero de Akita.
Resultó una boda triste y tranquila. Se sirvieron grandes pescados grises sobre piedras calientes, setas de color azul, y aguardiente de arroz. Al llegar la medianoche, el ayudante del jabonero llevó a la niña a una habitación sin luz, la desvirgó sin hablarle, y luego regresó a la fiesta para estar con los amigos. Los gatos relamieron las espinas de los grandes pescados, el sol borró del cielo a la luna, y en el corazón de la recién casada brotó un odio pequeñito y duro como un grano de arroz.
Un año después, el corazón de la mujer era un inmenso arrozal en el que estaba destinado a morir sin remedio el ayudante del jabonero de Akita.
Le llegó su hora en un atardecer lluvioso, después de haber comido unas alas de pollo guisadas con veneno.
Ella se estranguló con un cordel de seda.
Sin piedad, los enterraron juntos.
El escribano de Akita escribió un texto sobre lo que había ocurrido, y lo leyó junto a la tumba. "Los caminos de la venganza no figuran en los mapas. Los hay cortos y rectos, como puñales. Largos y suaves, como los hilos de la seda. Lentos y oscuros, como los sueños de los enfermos. Pero todos tienen algo en común. Ninguno tiene salida".
 
Carlos Lencero resultó ser, además, todo un personaje. Esta nota necrológica lo revela: 
http://www.elpais.com/articulo/agenda/Carlos/Lencero/escritor/elpepigen/20060408elpepiage_8/Tes  

Observador atento, Manuel Simón Viola destaca, entre otras cosas, la presencia del minicuento en las letras extremeñas. Para la muestra éste de José A. Ramírez Lozano, un autor premiadísimo en todos los géneros:

El cementerio de la villa es ovalado. Las gallinas del enterrador anidan en los nichos o escarban las tumbas frescas hasta picotear los ojos de los difuntos. Por noviembre, sus deudos y familiares acuden al cementerio con hojitas verdes de perejil y se vuelven cada cual con su cestita de huevos.

martes, 22 de febrero de 2011

LUIS BUÑUEL CUMPLE 111 AÑOS


Nació con el siglo y murió en México en 1983. Luis Buñuel Portolés, hijo de una familia acomodada de Calanda (Teruel), se disfrazaba de monja con García Lorca y Dali para escandalizar con guiños y movimientos insinuantes a la conservadores transeuntes de la España borbónica de Alfonso XIII. Se fue al París de los años veinte y asistió con tal intensidad a la revolución surrealista -uno de los momentos cumbre de la cultura contemporánea-, que los pintores y poetas partícipes del movimiento lo consideraron su par gracias a su primer trabajo fílmico (Un perro andaluz de 1928, fruto del desarrollo de dos experiencias oníricas, una suya y otra de Salvador Dalí) y los públicos intolerantes arrojaron a la pantalla frascos de pintura durante la proyección del segundo, La edad de oro (1930), porque en una escena anunciaba la aparición de la criatura más depravada, disoluta y malsana del universo y sobre el redoble de los tambores despuntaba la imagen del Sagrado Corazón -también iniciada con Dalí, éste quería que la película expresara la violencia del amor impregnada por el esplendor de los mitos católicos y el resultado final le pareció caricaturesco-. En 1932 y con muy pocos recursos filmó Las Hurdes o Tierra sin pan, impresionante documento sobre la miseria en la que vivían los habitantes de una de las regiones más pobres de la península ibérica, cuya exhibición fue prohibida por el gobierno republicano; que ante la inminencia del triunfo franquista se fue a París y luego a los Estados Unidos, en donde consiguió un cargo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York del que tuvo que dimitir porque un comentario de su amigo el pintor de los relojes desinflados alertó sobre sus supuestas veleidades comunistas. Pasó buena parte de su vida en México realizando películas -muchas de ellas adaptaciones de obras literarias: Maupassant, Manuel Altolaguirre, Defoe, Emily Brontë y Pérez Galdós fueron algunos de los escogidos- a las que imprimió su sello característico pese a las limitaciones económicas y artísticas de las producciones. Con la implacable Los olvidados (1950), retrato de la delincuencia infantil y juvenil que generan las grandes ciudades y las dificultades para redimirla, volvió, según su propia confesión, a sí mismo y, de paso, al Viejo Mundo para triunfar en Cannes, como lo haría diez años después con Viridiana, donde represión y erotismo conviven con un nuevo fracaso de los esfuerzos de redención. Los triunfos acumulados durante los sesenta le permitieron filmar en Europa algunas de sus películas más conocidas: Diario de una camarera (1963), basada en la novela de Octave Mirabeau de la que se sirvió sin fortuna Jean Renoir en 1948, uno de sus trabajos más equilibrados pese a que fustiga a la burguesía rural y al fascismo con la acritud contenida para la que sólo se prestaba el rostro de Jeanne Moreau; Bella de día (1966) -versión de la novela de Joseph Kessel-, en la que la hermosísima Catherine Deneuve realizar su papel más ambicioso e inquietante interpretando las perversiones sexuales de una amantísima esposa; El discreto encanto de la burguesía (1972) en su momento, Oscar a la mejor película extranjera, y en la que, como en El fantasma de la libertad (1974), recurrió a una idea que elaboró a partir de Engels: "el cineasta describe las relaciones sociales auténticas con el objeto de destruir las ideas convencionales de esas relaciones, poner en crisis el optimismo del mundo burgués y obligar al público a dudar de la perennidad del orden establecido"; Ese oscuro objeto del deseo (1977) que parte de la narración del escritor francés Pierre Louÿs y da vida con dos actrices muy diferentes pero inequívocamente bellas -Carol Bouquet y Angela Molina- a la "virginal" Conchita, su última perversión fílmica; que en 1982 publicó El ultimo suspiro, sus memorias, un año antes de cumplir con el funesto título.

Freudiana, iconoclasta, poética, anticlerical, tremendista, caótica, surreal, machista, su obra ha sido calificada de muy diversas formas, lo que no impide que sea considerado uno de los grandes creadores cinematográficos de todos los tiempos: "Buñuel no duda en traspasar, en fracasar, en destrozar, en diezmar. Es el primer hombre que ha comprendido el medio cinematográfico (...). Muestra lo que hasta ahora se nos ha evitado, y no lo hace para impresionar sino para convencer. Su violencia es una catarsis. Sus imprecaciones son más puras que los himnos de la iglesia cristiana", escribio Henry Miller para The New Review en 1931. Francois Truffaut dijo: "Buñuel cree que la gente es imbécil pero que la vida es divertida... Tan anti-burguesa, anti-conformista y sarcástica como la de Stroheim pero más suave, la visión del mundo de Buñuel es subversiva y deliberadamente anarquista". En 1987 Nelson Ascher concluyó en Folha de S. Paulo: "En el grupo de los grandes cineastas europeos como Bergman, Fellini o Fritz Lang, el español ocupa un lugar único y marginal. Sus filmes son irrepetibles y Buñuel no dejó herederos. Su obra surge de un entrecruzamiento de condiciones peculiares -el arcaismo de su país y la modernidad de su arte, el provincianismo marginalizado de España y la universalidad de sus obsesiones-, de condiciones que, como el propio cineasta sugiere en sus memorias, ya no existen. Para los que niegan la existencia del cine de autor y niegan a los filmes la estatura de gran arte, la obra de Buñuel es una refutación ejemplar". La lista de sus proyectos inconclusos o apenas esbozados es otra semblanza, otro comentario: un guión sobre Goya que inicia en 1927 para concretarlo diez años después en una sinopsis: La duquesa de Alba y Goya, la adaptación de obras de André Gide, Henry James, William Golding, Dalton Trumbo, Evelyn Waugh, Julio Cortázar, Huysmans, Dino Buzzati. M.G. Lewis y José Donoso, entre otros.

Catherine Deneuve, su equívoca Tristana (1970) dijo: "es, en primer lugar, un formidable narrador de historias, un guionista diabólico que mejora sin cesar el texto para que la anédota sea más interesante, más sugestiva" y reveló con respecto a trabajar con él: "La óptica de Buñuel, incluso cuando rueda una historia dura, sigue siendo la del humor negro. Buñuel bromea a propósito, es socarrón y ríe a menudo. Gracias a su presencia se divierte uno mucho". Licenciado en Filosofía y Letras, fundador de la etílica "Orden de Toledo", discípulo de Jean Epstein y admirador de Sade, celosísimo esposo de Jeanne Rucar, amigo fiel y hombre de familia, maestro de sus coguionistas Luis Alcoriza y Jean-Claude Carrière, en su obra, como dijo Carlos Fuentes, la libertad es la acción del deseo.