Los profesores Miguel Ángel Caro Lopera y Carlos Alberto Castrillón -buen amigo y excelente poeta-, se le han medido a la tarea de explicar el humor, y para hacerlo han sometido al famoso grupo argentino al escrutinio de la ciencia. Partiendo del concepto clásico de ironía de don Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611): "Es una figura retórica, cuando diciendo una cosa, en el sonido o tonecillo que la decimos y en los meneos, se echa de ver que sentimos al revés de lo que pronunciamos por la boca", y pasando por Kierkegaard, Hutcheon, Berrendonner ("una maniobra que encuentra sus condiciones de posibilidad en el carácter pluricódigo de la comunicación"), Shoentjes ("un juego de reflexión que, al poner las cosas a distancia, las pone en entredicho"), entre otros, nos muestran cómo funcionan las composiciones de Johann Sebatian Mastropiero y otros músicos ficticios.
Brillante ejercicio académico, perfidiado por la risa pero sin perder un ápice de rigor, se autorresume de la siguiente manera:
"Conocida la ironía como arma (Jankélévitch), como disfraz (Sócrates), como danza intelectual (Booth). como carnaval (Bajtín), como presea (Kierkegaard), como perro que muerde (Nietzche), como medicina (Watzlawick), como diálogo (Ducrot), como máscara (Schoentjes), como tropo musical (López Cano), ahora se nos revela -al contacto con el discurso de Les Luthiers- como Torre de Babel".
Si quieren saber por qué, lean este "burlema" -neologismo de los autores- publicado por la Universidad Tecnológica de Pereira y la Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindía, en un raro momento de lucidez o de ironía.
Y para quienes desconocen a Les Luthiers o los quieren recordar, dos de sus célebres interpretaciones: