Algunos dicen que sí. Una muestra:
Desde que a Rimbaud lo dejó
el bus en Abisinia,
los poetas no tienen apellidos ilustres;
Pérez, Giraldo, Ríos, Sánchez,
como la alineación de un equipo de fútbol.
Pero no lucen apodos
-el tren, la flecha, el tigre-,
ni una hinchada que los siga:
Ariadna se quedó en Miami.
Estoy seguro
de que don Ricardo Silva no permitirá que su hijo
José Asunción,
salga a jugar con nosotros.
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