jueves, 11 de septiembre de 2014

LAS FRONTERAS

La Fiesta del libro y la cultura 2014 de la ciudad de Medellín tiene como tema central las fronteras. Para una de sus publicaciones, escribí el siguiente texto:

COMPLICIDAD DE LAS FRONTERAS

La palabra frontera evoca hoy en mí la hermosa voz de mi padre, que se gastó contando esas largas historias que construyeron la Colombia del siglo XX. “En el buen sentido de la palabra, bueno”, como calificó Antonio Machado su condición de hombre, trabajó desde la adolescencia, siempre más amigo de la previsión que de la aventura. Cuando su salud se quebró, junto a mi hermana, excelente médica, yo, médico en retirada, luché semana tras semana contra una frontera impuesta a todos los colombianos. Empeñados en vencer un ordenamiento en el que lo más importante es que la ganancia del intermediario se sostenga o crezca, transitamos oficinas, consultorios, hospitales, laboratorios, intentando que una serie de pequeñas decisiones se tomaran a tiempo y de la mejor manera posible. Y tuvimos éxito la mayoría de las veces. Para conseguirlo rogamos, mentimos, adulamos, pedimos favores, abusamos de amigos y conocidos, pagamos cuando teníamos y cuando no teníamos que hacerlo, corrimos, guardamos la rabia tras una sonrisa idiota, insultamos y, una que otra vez, lloramos de impotencia. Descubrimos muchos buenos profesionales de la salud, también algunos que son tan conscientes de que el sistema es corrupto, que obran desde esa corrupción. Desnaturalizada la función del médico, mal pago y trabajando más horas de las que tiene el día para sumar un salario decente, nos dieron recomendaciones y medicamentos para el paciente que no era mi padre, nos hicieron avergonzar de ser médicos y renegar del orgullo ancestral y del canibalismo que nos impiden defender nuestra profesión y la salud de todos.
Esa frontera que traicioneramente llaman “sistema de salud” es muy difícil de vencer y cada derrota que sufríamos acercaba a mi padre a la otra frontera, la definitiva, a esa que la enfermedad y los procesos naturales estaban señalando. Hace dos años fracasamos, una frontera nos arrinconó contra la otra. Hoy sigo creyendo que es injusto y brutal que en Colombia haya que luchar tanto para que alguien, todos, sigamos vivos. Te sacrificas para asegurar un servicio esencial y un trato digno, y terminas recibiendo de poderes que no te reconocen, porque solo reconocen las ganancias, un acto de caritativa soberbia.
En publicaciones de este tipo los escritores solemos ser cultos, ingeniosos, incluso ligeramente frívolos. Sé que sería más elegante hablar de visas y escuelas literarias, me gustaría hacerlo. Pero no, hoy no. Extraño mucho la inteligente sonrisa de mi padre.

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