viernes, 27 de septiembre de 2024

Sorpresiva reseña de CIELO PARCIALMENTE NUBLADO

 Leonardo Valencia, querido escritor ecuatoriano, me comparte reseña de CIELO PARCIALMENTE NUBLADO, que en reacción a un texto suyo, aparece ahora, sin mediar edición reciente, en Facebook. Me gustó tanto que decidí volver a este blog, que tenía abandonado.

Agradezco mucho esta certera lectura de Aitor Árjol:


Una novela colombiana, "Cielo parcialmente nublado" de Octavio Escobar Giraldo, a la que he llegado de rebote, dando un salto de Ecuador al país vecino.

La novela se publicó en 2014. Su autor, Octavio Escobar Giraldo, es médico, escritor, profesor de Literatura en la Universidad de Caldas y artífice de una amplia cantidadde obras, entre 5 libros de cuentos, al menos 14 novelas y 3 libros de poesía. También ha recibido numerosos premios, entre los más relevantes el Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura (2016) o el Premio de Novela Corta Ciudad de Barbastro (2014). 

Llegué a ella a partir de una reflexión del escritor ecuatoriano Leonardo Valencia sobre las razones que nos impulsan a irnos de un país y, de ser el caso, qué sucede cuando regresamos de visita, en tales istmos del desarraigo. Aquí hago mías sus palabras, que además sirven de puntual reseña:

"¿Y qué ocurre con el regreso? ¿O mejor dicho, con las visitas a casa del que se ha marchado? Perdido el drama de los exilios definitivos, la mayor experiencia contemporánea del desarraigo se caracteriza por el regreso ocasional de quienes pudieron marcharse por razones menos fatídicas. Aquí es donde una breve novela recientemente publicada en Colombia por Intermedio Editores, titulada Cielo parcialmente nublado, de Octavio Escobar Giraldo, abre caminos a la imaginación. Me acerco a ella porque sospecho que puede pasar desapercibida por razones que no tienen que ver con sus méritos sino con la etiqueta de lo que supuestamente se espera de la literatura colombiana.

Colombia sufre una de las mayores emigraciones por todas las razones que expuse al principio. Todas. Se dice que supera los cinco millones de emigrantes. La causa más visible ha sido la guerra en la que vive desde hace décadas. Para quien se interese por lo que ocurre en Colombia y conozca su realidad, ya no le valen los eufemismos de guerrilla y violencia sino la palabra verdadera: guerra. Pero hay quienes se marchan no necesariamente por esto sino por las razones infinitesimales que mencioné. Y por eso mismo pueden volver de visita. El protagonista de Cielo parcialmente nublado, Andrés, vive en Madrid casado con una mujer española, tiene una hija, y debe volver a su Manizales natal por un pequeño problema familiar. La mujer de Andrés, preocupada por el viaje de su marido a Colombia, le dice que tenga mucho cuidado. A partir de ese momento estamos bajo la amenazante barbarie. Lo que vemos es una sutilísima descripción de quienes, a diferencia de Andrés, se quedaron en Colombia: sus padres ya ancianos, su hermana divorciada, una antigua novia transformada en una fervorosa creyente de lo macrobiótico y el budismo zen y demás terapias; una antigua amante envejecida, y pocos amigos, porque también han emigrado, sea de Manizales a Bogotá, o a Estados Unidos. Al final, Andrés toma su vieja bicicleta de adolescente, que su padre sigue cuidando, y sale a dar un paseo en una de las escenas más reveladoras del libro. En todo eso está el enigma de la partida.

A quien lea esta novela le provocará una sorpresa muy peculiar el tipo de violencia que aborda porque ocurre en su condición de posibilidad. Son conatos que revelan una observación decisiva: son más los que sufren por el miedo y la amenaza que quienes lo llegan a sufrir en carne propia.

En este punto opera lo mejor de este libro: rebate esa expectativa por novelas colombianas que se ciñan al conflicto armado. Esta novela lo aborda desde el margen, es decir, desde donde lo vive la mayoría de la población colombiana. Está en las antípodas de esa otra gran novela que es Los ejércitos, de Evelio Rosero Diago, pero el efecto, si sabemos leerla desde sus sugerencias, es que sin haber ningún muerto a diferencia de la novela de Rosero Diago, la desolación puede ser igual de terrible. Tal como ocurre en otra novela donde nada es explícito sobre el narcotráfico y la guerrilla, como lo es Cartas cruzadas, de Darío Jaramillo Agudelo, una historia de amor y amistad donde también hay desarraigo y donde se palpa el principio de lo atroz. A esta segunda familia pertenece Cielo parcialmente nublado.

Para quienes viven fuera de su país y vuelven ocasionalmente, esta novela es un retrato vivo y actual. Para quienes se quedan en casa, como decía Kipling, es la muestra de que marcharse nunca es fácil y que, más bien, quien se marcha posiblemente carga y conserva la antorcha del pasado".

Quizás la portada de la novela sea un pelín convencional, ¿verdad? pero eso no debe de distraernos del ejercicio lector.

Y desde luego, las primeras páginas de la novela, leída ahora, 10 años después de su publicación, me regresan a otras lecturas dispares que en su momento practiqué, narrativas de Héctor Abad Faciolince y Roberto Burgos Cantor. 

En ese ejercicio lector, por temática y estilo, Escobar Giraldo evidencia oficio, y me ha sorprendido gratamente. Recién supe que quedó finalista en la Semana Negra de Gijón o que publicó nuevo libro, "Manu", destinado a los lectores más jóvenes.